mary celeste navio fantasma

El misterio del Mary Celeste: el barco fantasma que desafió a la historia

Publicado por

El Mary Celeste es quizás el barco fantasma más famoso y su misterio ha intrigado a todos desde el día en que fue encontrado. Completamente desprovisto de tripulación a bordo y sin signos de lucha, ¿qué secreto esconde?

Un enigma sin tiempo

En el vasto océano de misterios sin resolver, pocos han capturado la imaginación colectiva como el del Mary Celeste, el barco fantasma por excelencia. Su nombre se ha convertido en sinónimo de desapariciones inexplicables, enigmas que desafían la lógica e historias que se sitúan a medio camino entre la realidad y la leyenda.

Botado en 1861 en los astilleros de Nueva Escocia con el nombre de Amazon, el barco pareció desde el principio marcado por una suerte adversa: su primer capitán murió de neumonía poco después de la botadura, y una serie de accidentes (incendios, colisiones, naufragios) mancharon su reputación. Rebautizado como Mary Celeste en 1869, el barco pareció encontrar una nueva vida, hasta aquel fatídico noviembre de 1872, cuando zarpó de Nueva York con destino a Génova con un cargamento de alcohol desnaturalizado y una tripulación de diez personas, entre las que se encontraban el capitán Benjamin Briggs, su esposa Sarah y su hija de dos años, Sophia.

Lo que ocurrió en las semanas siguientes sigue siendo uno de los mayores misterios de la historia marítima. El 4 de diciembre de 1872, el Mary Celeste fue avistado a la deriva en el Atlántico, entre las Azores y Gibraltar, por el barco británico Dei Gratia. A bordo no había rastro de la tripulación: el barco estaba desierto, pero extrañamente intacto. Las velas estaban desplegadas, la carga casi intacta (salvo nueve barriles vacíos) y en la cabina quedaban objetos personales, ropa e incluso comida en los platos, como si todos hubieran desaparecido de repente. Faltaban el bote salvavidas, el sextante y el cronómetro, mientras que un metro de agua inundaba la bodega y una bomba estaba desmontada. No había signos de violencia, ni de un motín, ni de una emergencia repentina. Solo silencio.

Muchas preguntas, ninguna respuesta

Desde ese día, las teorías se han multiplicado sin cesar. ¿Quizás los vapores del alcohol hicieron temer una explosión, lo que llevó a la tripulación a huir en el bote salvavidas, que luego se perdió en el mar? ¿O quizás un remolino, un maremoto o un error de navegación llevaron al capitán a abandonar precipitadamente el barco? Hay quien ha hablado de piratas, motines, envenenamiento por cornezula e incluso de intervenciones extraterrestres. La investigación oficial en Gibraltar no encontró respuestas, lo que alimentó aún más el mito.

El Mary Celeste siguió navegando, ya como una reliquia maldita, hasta 1885, cuando su último propietario lo hundió deliberadamente en un torpe intento de fraude al seguro. Pero su misterio ha sobrevivido, alimentado por novelas, películas y documentales. Hoy, más de 150 años después de aquellos hechos, la pregunta sigue siendo: ¿qué ocurrió realmente a bordo del Mary Celeste?

Este artículo repasa su historia, desde sus orígenes hasta las teorías más plausibles, pasando por el legado cultural de una leyenda que aún hoy fascina e inquieta. Porque, al fin y al cabo, el mar guarda secretos que quizá nunca se desvelen.

Los orígenes del barco, de Amazon a Mary Celeste

La historia del Mary Celeste tiene sus raíces en las brumosas costas de Nueva Escocia, donde en 1861 fue botado con el nombre de Amazon por la pequeña comunidad de la isla de Spencer. Este bergantín de 31 metros y 282 toneladas representaba el primer gran proyecto naval completado por los astilleros locales, un orgullo para la región que, sin embargo, pronto se vio empañado por una inquietante serie de desgracias.

Desde su viaje inaugural, el barco pareció llevar consigo una especie de maldición. El primer capitán, Robert McLellan, murió de neumonía apenas nueve días después de asumir el mando, dando inicio a una lúgubre tradición que vería a tres comandantes perder la vida a bordo en los años siguientes. Bajo el mando del capitán John Nutting Parker, el barco sufrió una colisión con un barco pesquero, seguida de un misterioso incendio que se declaró precisamente durante las reparaciones.

El año 1867 marcó un punto crucial en la historia del barco. Tras encallar durante una violenta tormenta en la bahía de Glace, el Amazon fue vendido por una miseria, solo 1750 dólares, a Richard Haines, de Nueva York, quien invirtió nada menos que 8825 dólares para ponerlo en condiciones de navegar. Este cambio de propiedad marcó el comienzo de una nueva era: en 1868, el barco fue transferido al registro naval estadounidense y completamente renovado, cambiando su nombre por el de Mary Celeste al año siguiente.

La nueva vida del Mary Celeste

Los nuevos propietarios, entre los que se encontraba el futuro capitán Benjamin Spooner Briggs, que poseía 8 de las 24 acciones en las que se dividía la propiedad, tenían grandes planes para el barco. La intención era utilizarlo para lucrativos tráficos comerciales a través del Atlántico, con especial atención a los puertos del Adriático. La remodelación de 1872, que costó la considerable suma de 10 000 dólares, añadió un segundo puente y aumentó la eslora del casco a 103 pies (31,2 metros), convirtiendo al Mary Celeste en un bergantín moderno y espacioso, aparentemente listo para dejar atrás su turbulento pasado.

Sin embargo, como demostrarían los acontecimientos posteriores, el barco parecía incapaz de escapar a su destino. Esta fase de aparente renacimiento duraría menos de un año, hasta aquel fatídico noviembre de 1872, cuando el Mary Celeste zarpó para el viaje que lo entregaría para siempre a las páginas de la historia como el barco fantasma más famoso de todos los tiempos.

El último viaje

mary celeste verità
«Sailor Boy» by saudekjan is marked with Public Domain Mark 1.0.

El 5 de noviembre de 1872 marcó el inicio del viaje más enigmático de la historia de la navegación moderna. El Mary Celeste, ahora bajo el mando del respetado capitán Benjamin Spooner Briggs, un marinero experimentado de 37 años con una reputación impecable, zarpó del puerto de Staten Island con destino a Génova. A bordo, además del capitán, se encontraban siete tripulantes seleccionados personalmente por Briggs, su esposa Sarah E. Briggs y su hija Sophia Matilda, de solo dos años. El hijo mayor de la pareja, Arthur, se había quedado en tierra para asistir a la escuela, una decisión que tal vez le salvó la vida.

La carga consistía en 1701 barriles de alcohol desnaturalizado (por un valor equivalente a unos 35 000 dólares actuales) destinados a la industria italiana, transportados por cuenta de la empresa Meissner Ackermann & Coin. Se trataba de una carga peligrosa pero rentable: el alcohol desnaturalizado, aunque no era potable, podía desprender vapores inflamables en determinadas condiciones.

La calma antes de la tormenta.

Los primeros días de navegación fueron relativamente tranquilos, pero el 25 de noviembre el diario de a bordo registró la aproximación a las Azores, concretamente a la isla de Santa María. Esta sería la última anotación oficial. Según las reconstrucciones, el barco se encontraba en realidad a unas 120 millas náuticas de la posición estimada, un error probablemente causado por un cronómetro defectuoso que había comprometido los cálculos de navegación.

En los días siguientes, el Mary Celeste se enfrentó a condiciones meteorológicas cada vez más adversas. Los análisis modernos de los datos climáticos de la época (a través de la base de datos ICOADS) revelan que el barco se encontró en medio de vientos superiores a los 35 nudos y mares agitados. En este contexto ocurrió lo impensable: diez personas desaparecieron sin dejar rastro, dejando el barco en perfectas condiciones de navegación, con las velas aún desplegadas y la preciosa carga prácticamente intacta.

Es especialmente significativo el posterior hallazgo de la bomba desmontada y del metro y medio de agua en la bodega. Estos elementos, junto con la presencia de la «sounding rod» (el instrumento para medir el nivel del agua) abandonada en cubierta, sugieren que la tripulación realizó frenéticos controles antes de desaparecer. La falta del bote salvavidas, del sextante y del cronómetro marino, junto con la desaparición de algunos documentos de a bordo, añadían más misterio a una historia ya de por sí inexplicable.

El capitán Briggs, un navegante experimentado con una carrera impecable a sus espaldas, había seleccionado personalmente a cada miembro de la tripulación, todos ellos profesionales respetables sin antecedentes de motines o comportamientos violentos. Entre ellos destacaban el primer oficial Albert Richardson, el segundo oficial danés y los dos hermanos alemanes Volkert y Boye Lorenzen. Ninguno de ellos volvería a ver tierra firme.

El hallazgo: un barco sin alma

Mary Celeste

El 4 de diciembre de 1872, en las coordenadas 38°20′N 17°15′O, a unas 400 millas al este de las Azores, tuvo lugar uno de los avistamientos más inquietantes de la historia naval. El bergantín británico Dei Gratia, al mando del capitán David Morehouse, conocido casual por el capitán Briggs, se cruzó con un barco que navegaba de forma irregular, con las velas parcialmente arriadas y una inclinación anómala. Para su sorpresa, reconocieron al Mary Celeste, que había zarpado ocho días antes que ellos del mismo puerto de Nueva York y que ya debería haber llegado a Génova hacía tiempo.

Morehouse, sospechando por la falta de respuesta a las señales, envió al primer oficial Oliver Deveau con dos marineros a bordo del misterioso barco. Lo que descubrieron generaría un misterio destinado a perdurar a lo largo de los siglos. El Mary Celeste estaba completamente desierto, pero mostraba signos contradictorios que hacían pensar en un abandono repentino, pero no catastrófico:

El estado del barco:

  • Aproximadamente 1 metro de agua en la bodega (no peligroso para la estabilidad)
  • Una bomba desmontada y otra en funcionamiento
  • La cocina con ollas aún sobre el fuego apagado
  • Platos servidos con comida sin consumir
  • Camas deshechas como si hubieran estado ocupadas hasta poco antes
  • El diario de a bordo estaba presente, pero faltaban las páginas de los últimos 7 días
  • El camarote del capitán en orden, con los efectos personales de la familia Briggs intactos
  • 9 de los 1701 barriles de alcohol vacíos (todos de roble rojo, más poroso)
  • El bote salvavidas desaparecido, con sus soportes dañados
  • La brújula destruida y el sextante/cronómetro desaparecidos
  • Una cuerda de 10 metros de largo cuelga del casco

Detalles inquietantes:

  • Todas las provisiones de comida y agua para 6 meses intactas
  • No hay signos de violencia ni de lucha
  • La carga de alcohol casi intacta (excepto los 9 barriles)
  • Las velas desplegadas pero mal ajustadas, algunas rasgadas
  • La puerta de la bodega principal cerrada, sin signos de explosión

Deveau y sus hombres, tras una minuciosa inspección, tomaron la decisión de llevar el Mary Celeste a Gibraltar, a unas 800 millas de distancia. No era una tarea fácil con solo tres hombres a bordo, pero fue posible gracias al buen estado general del barco. El viaje duró 11 días, durante los cuales pudieron comprobar que el barco era perfectamente navegable a pesar de todo.

La investigación de Gibraltar

Cuando el Mary Celeste atracó en Gibraltar el 13 de diciembre de 1872, la investigación oficial se convirtió rápidamente en un caso judicial distorsionado por los prejuicios del fiscal Frederick Solly Flood, convencido desde el principio de que se trataba de un delito. Con métodos de investigación primitivos, Flood ordenó tomar muestras de madera en busca de rastros de sangre (análisis que luego resultaron inconclusos), examinó cada rincón del barco en busca de signos de violencia e incluso llegó a plantear la hipótesis de una conspiración entre el capitán Briggs y el del Dei Gratia, a pesar de lo absurdo de la teoría, ya que Briggs era copropietario del barco y había dejado a bordo todas sus pertenencias.

Flood se obsesionó con la tripulación del Dei Gratia, acusándola de haberlo orquestado todo para cobrar la recompensa por el rescate, y avanzó teorías cada vez más extrañas, desde la embriaguez colectiva (ignorando que el alcohol desnaturalizado era venenoso) hasta un improbable asesinato en masa sin pruebas. Su investigación, que duró tres meses, resultó ser un laberinto de sospechas infundadas, mientras que se pasaron por alto detalles cruciales, como la desviación de la ruta original, que solo salió a la luz décadas más tarde en sus notas personales.

Al final, el tribunal admitió la imposibilidad de establecer la verdad, pero concedió al Dei Gratia una recompensa por el rescate reducida a una sexta parte del valor del barco (unos 7400 dólares en lugar de los 46 000 previstos), una decisión ambigua que parecía insinuar dudas sin resolver. El barco fue devuelto a su propietario, James Winchester, quien lo puso rápidamente a la venta, dando inicio a su fama de «barco maldito».

La investigación de Flood, en lugar de aclarar el misterio, lo complicó aún más, enterrando pistas cruciales bajo una montaña de prejuicios. Si hubiera seguido pistas más objetivas, como la evaporación del alcohol en los barriles de roble rojo o el error de navegación, tal vez hoy tendríamos respuestas. En cambio, su incompetencia se convirtió en parte integrante del mito, dejando al Mary Celeste a merced de leyendas y teorías especulativas durante los siglos venideros.

¿Qué sucedió realmente a bordo del Mary Celeste?

mary celeste nave fantasma

El Mary Celeste representa el «caso sin resolver» más perfecto de la historia marítima, un rompecabezas cuyas piezas parecen pertenecer a imágenes diferentes. Cada elemento descubierto a bordo cuenta una historia parcial y contradictoria que desafía cualquier interpretación lineal. Analicemos las pistas clave que han alimentado el misterio durante más de un siglo:

El misterio de los barriles vacíos

De los 1701 barriles de alcohol desnaturalizado, nueve estaban completamente vacíos. El análisis posterior reveló que estos barriles específicos estaban fabricados en roble rojo (en lugar de blanco como los demás), una madera más porosa que podría haber permitido la evaporación del contenido. Los experimentos realizados en 2005 por la Universidad de Londres demostraron que los vapores de etanol (con un punto de inflamación de solo 13 °C) podrían haber creado una atmósfera explosiva en la bodega. Pero, ¿por qué no había rastros de combustión?

El bote salvavidas desaparecido

La ausencia del bote salvavidas sugiere un abandono voluntario del barco. Los daños en los soportes indican que fue bajado rápidamente, no arrancado por la tormenta. La cuerda de 10 metros que se encontró colgando podría ser lo que quedaba de la conexión con el barco madre, tal vez cortada por el roce o con un cuchillo. Pero, ¿por qué abandonar un barco que flotaba perfectamente?

El agua en la bodega

Los 3 pies de agua (aproximadamente 1 metro) no representaban un peligro inmediato para un barco de ese tamaño. La bomba desmontada podría indicar un intento de reparación, pero también una inspección para evaluar la magnitud de la entrada de agua. La «varilla de sondeo» dejada en cubierta sugiere mediciones repetidas y preocupadas.

Los instrumentos que faltan

La desaparición del sextante y del cronómetro marino (esenciales para la navegación), junto con la brújula dañada, podrían indicar que alguien intentó llevárselos. O que fueron arrojados al mar durante algún suceso inexplicable.

Los efectos personales

La presencia intacta de objetos de valor (el violín del capitán, las joyas de Sarah, 3500 dólares en efectivo) descarta el robo. Pero, ¿por qué dejar atrás lo que sería esencial en un bote salvavidas? La ropa cuidadosamente guardada contradice una huida precipitada.

El diario de a bordo

Las últimas anotaciones del 25 de noviembre no muestran signos de alarma. Pero la falta de las páginas siguientes (¿arrancadas?) impide conocer los últimos acontecimientos. El hallazgo en 1991 de las notas originales del fiscal Flood reveló que el barco había desviado su rumbo hacia el norte con respecto a la trayectoria prevista.

Las teorías más acreditadas:

  1. Pánico por vapores explosivos (la teoría oficial): los vapores de los barriles habrían convencido a Briggs de evacuar temporalmente, pero luego perdió el bote salvavidas.
  2. Error de cálculo: la combinación de una bomba averiada, instrumentos defectuosos y mal tiempo habría hecho creer que el barco se estaba hundiendo.
  3. Motín selectivo: solo algunos miembros de la tripulación se rebelaron, creando una situación caótica.
  4. Fenómeno natural: un tornado marino o un terremoto submarino habrían asustado a la tripulación.

Detalles inexplicables:

  • ¿Por qué abandonar el barco con tantos víveres disponibles?
  • ¿Cómo explicar la ausencia total de signos de lucha o desorden?
  • ¿Por qué no se encontró ningún cadáver, ni siquiera restos del bote salvavidas?

Cada teoría se enfrenta al menos a un hecho contradictorio. Quizás la verdad se encuentre en una combinación de factores: vapores percibidos como una amenaza, instrumentos defectuosos que indicaban una posición errónea, una decisión tomada apresuradamente que resultó fatal. Pero sin testigos ni pruebas definitivas, el misterio del Mary Celeste permanece intacto, como el casco encontrado aquel diciembre de 1872.

Hipótesis y teorías en detalle

A lo largo de 150 años, el misterio del Mary Celeste ha generado un caleidoscopio de explicaciones que van desde rigurosos análisis científicos hasta las fantasías populares más descabelladas. Entre las teorías más acreditadas destaca la hipótesis de los vapores alcohólicos, respaldada por experimentos realizados en 2005 por la Universidad de Londres por iniciativa de la investigadora Anne MacGregor. Según esta reconstrucción, los nueve barriles de roble rojo, más poroso que el roble blanco utilizado para los demás contenedores, habrían permitido la evaporación del alcohol desnaturalizado, creando en la bodega una atmósfera potencialmente explosiva. Un posible «flash» sin llama visible podría haber asustado a la tripulación, llevándola a abandonar precipitadamente el barco. Sin embargo, la ausencia de daños por explosión o rastros de quemaduras representa un punto débil de esta teoría, por lo demás convincente.

Otros estudiosos, entre ellos la propia MacGregor en colaboración con el oceanógrafo Phil Richardson, se inclinan por un trágico error de navegación amplificado por instrumentos defectuosos. El cronómetro marino, fundamental para determinar la longitud, habría proporcionado datos erróneos, haciendo creer al capitán Briggs que se encontraba a 120 millas de su posición real. Esto, junto con la bomba de achique desmontada y el agua en la bodega, podría haber convencido al experto marinero de que el barco se estaba hundiendo, lo que le llevó a ordenar la evacuación. Las reconstrucciones de MacGregor y Richardson basadas en los datos meteorológicos de la época (extraídos del archivo ICOADS) muestran que el Mary Celeste se desvió efectivamente de su ruta prevista, lo que corrobora esta hipótesis.

No faltan explicaciones relacionadas con fenómenos naturales extremos, como el encuentro con un tornado marino que habría aterrorizado a la tripulación sin causar daños materiales significativos, o un maremoto repentino generado por un terremoto submarino, un fenómeno poco conocido en aquella época. Entre las teorías más sugerentes, pero menos plausibles, destaca la del envenenamiento por cornezuelo, un hongo del centeno que puede provocar alucinaciones, aunque no explica por qué los tripulantes del Dei Gratia que consumieron la misma comida no se vieron afectados.

La frontera entre la realidad y la fantasía se vuelve más difusa con las teorías folclóricas: desde el ataque de un hipotético monstruo marino (desmentido por la ausencia de daños en el casco) hasta las fantasiosas abducciones alienígenas, popularizadas por un episodio de Doctor Who en 1965, pero obviamente carentes de cualquier fundamento histórico. Particularmente ingeniosa, aunque completamente falsa, resultó ser la bufala de Abel Fosdyk, un supuesto superviviente cuyo testimonio, lleno de errores garrafales sobre el tonelaje y la composición de la tripulación, fue publicado décadas después de los hechos.

La síntesis moderna más acreditada combina varios elementos: los vapores alcohólicos percibidos como una amenaza inmediata, los instrumentos de navegación defectuosos, la bomba que no funcionaba y una tormenta repentina que podría haber separado el bote salvavidas del barco madre. Este escenario explica la mayoría de las pistas, aunque algunos detalles, como el cabo aparentemente cortado y los documentos desaparecidos, siguen alimentando el misterio. Un epílogo escalofriante podría ser el hallazgo en 1873, frente a las costas de España, de un bote con cinco cadáveres no identificados, enterrados sin que nadie pensara en relacionarlos con el Mary Celeste, lo que añade una última y inquietante pieza a una historia ya llena de interrogantes sin resolver.

El destino del Mary Celeste tras el hallazgo y la investigación

Tras la investigación de Gibraltar, el Mary Celeste se convirtió en un barco maldito, evitado por marineros y armadores. James Winchester lo vendió rápidamente, pero en los trece años siguientes cambió diecisiete propietarios, cada uno más desafortunado que el anterior. Su siniestra reputación la hizo invendible, hasta que en 1885 su último propietario, el capitán Gilman C. Parker, intentó hundirla deliberadamente frente a las costas de Haití para cobrar el seguro.

El plan fracasó: el barco encalló sin hundirse por completo y Parker fue descubierto. A pesar del fraude, el tribunal lo absolvió, tal vez influenciado por la maldita fama del Mary Celeste. Parker murió misteriosamente pocos meses después, mientras que sus socios acabaron uno en un manicomio y el otro suicidándose, añadiendo otro capítulo oscuro a la leyenda.

El pecio permaneció abandonado hasta 2001, cuando una expedición dirigida por el escritor Clive Cussler lo identificó en aguas de Haití. El barco estaba reducido a un montón de madera, pero su mito seguía más vivo que nunca. De simple bergantín mercante, el Mary Celeste se había convertido en el arquetipo del barco fantasma, cuyo verdadero destino se perdió entre la realidad y la leyenda.

El Mary Celeste en la cultura popular

El misterio del Mary Celeste se ha convertido en un icono cultural, inspirando novelas, películas, series de televisión e incluso videojuegos. Su mito nació en 1884 con el relato de Arthur Conan Doyle «J. Habakuk Jephson’s Statement», que mezclaba realidad y ficción, difundiendo la grafía errónea «Marie Celeste» e introduciendo elementos sobrenaturales.

En el cine, películas como The Phantom Ship (1935), con Bela Lugosi, y Ghost Ship (1952) alimentaron la idea de un barco maldito, mientras que en la televisión series como Doctor Who y Zaffiro e Acciaio imaginaron encuentros con extraterrestres y viajes en el tiempo. También la literatura y los videojuegos (como Limbo of the Lost) retomaron la historia, a menudo transformándola en un horror psicológico, mientras que la investigadora Anne MacGregor llevó a cabo en la década de 2000 una exhaustiva investigación científica, que dio lugar al documental «The True Story of the Mary Celeste».

Hoy en día, el nombre Mary Celeste es sinónimo de lugares abandonados y misterios sin resolver, utilizado incluso en contextos científicos para describir fenómenos inexplicables. El barco ya no existe, pero su leyenda está más viva que nunca, demostrando que algunos enigmas, en lugar de resolverse, se convierten en mitos atemporales.

El misterio que no muere

Después de un siglo y medio, el Mary Celeste sigue siendo el arquetipo del misterio marítimo perfecto. La combinación de elementos racionales e inexplicables sigue fascinando.

El verdadero poder de esta historia reside en su incompletitud. La ausencia de cadáveres y de respuestas definitivas la ha convertido en un lienzo en blanco donde cada uno proyecta sus miedos y teorías.

Quizás, como todos los grandes misterios, su valor no reside en la solución, sino en su capacidad para hacernos cuestionar los límites del conocimiento humano. Mientras los restos del naufragio yacen olvidados en el Caribe, la leyenda del Mary Celeste sigue navegando imperturbable a través del tiempo, demostrando que algunas historias no necesitan un final para ser inmortales.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *